Looking for... anything by you. [Ayra]

¿A dónde ir cuando uno quiere conseguir algo de paz? ¿A Cordialidad o a Sabiduria, quizás a Sinceridad? En intrepidez seguramente no la encontrarías, puedo asegurartelo.

Sinceridad no es una una opción. Me encargaba especialmente de planear mis visitas a mi antigua facción, no podía llegar de imprevisto y decir "Ey, padre! Qué tal? Me encontraba aburrido, buscando algo de paz y no tuve mejor idea que venir para aquí ya que tengo mucho tiempo libre ahora que practicamente soy un anciano para ser líder de facción y ese tipo de cosas que solía hacer en mi juventud." Y flojo sería lo menos que me diría.... Ah, un perfecto ejemplo de un reencuentro familiar Demov.

No, Sabiduría sería esta vez; de paso renovaría alguna lectura. Oye, sí si, se lo que estas pensando, ¿un intrépido leyendo? Pues sí, en estos dias uno puede ver cualquier cosa, ¿verdad? hahaha.

Miré la hora en el reloj que tenía en el departamento, era de noche y cuando llegara sería aun más tarde. ¿Habria toque de queda? Ya nunca recordaba esas cosas, maldición.
Con un suspiro tome mi chaqueta negra de cuero y me dirigí al tren. Al oirlo a lo lejos exhale el aire de mis pulmones con alivio Ah... ese sonido ahora representaba lo que había vivido y aprendido allí, en esa facción que era mi casa. Salte a él sin sostenerme de nada, la costumbre era aquella, y cai con fuerza y equilibro sobre ambos pies.

El transcurso fue algo largo. En sí, todas las facciones estaban algo lejos de Intrepidez, asi que no me impaciente. Al llegar a Sabiduría el silencio hizo presencia instantanea: Era el silencio de quien busca el aprendizaje. Aunque a mi entender, el camino hacia él era ruidoso.
Directamente me dirigí a donde sabía que encontraria la biblioteca más asombrosa y grande de todo el mundo, o por lo menos de lo que yo conocía. Me pregunté si estaría cerrada y me sorprendi al notar que no, al parecer la busqueda de conocimento tampoco conocía de horarios de restricción. Reí interiormente por aquello.

Sin embargo al entrar noté que algunos sectores estaban oscuros y algunos pocos iluminados. ¿Habría aguien allí que me sacara a patadas? Eso no sería posible de ninguna forma, y me refiero a literamente.

Carraspee con la voz para llamar la atención de quien fuera que estuviera alli pero no recibí respuesta, asi que decidí adentrarme en los pasillos.

Aquella tarde había asistido a la biblioteca en busca de ese libro que le faltaba para terminar la colección de ocho tomos. Al parecer eran libros muy viejos, casi antiquísimos, a los que se les daban muy poco uso y estaban bastante maltratados. Ayra temió que no se encontrara allí.

Se pasó el día buscandolo, incluso pidió ayuda a quien se encargaba de la sala pero no tuvo suerte; y así las horas pasaron, oscureciendose el cielo y la tarde transformandose en noche...

Hasta que finalmente... -¡Aha! Te tengo. -El bendito libro estaba en la estantería del pasillo veintidos, (?), en el estante más alto. -Mmm... -Ayra se rascó la barbilla con el ceño fruncido, tratando de pensar cómo llegaría hasta allí. Por aquí siempre hay banquitos... Pensó mientras buscaba con la vista. Hasta que recorriendo un par de pasillos más encontro uno de los bancos que utilizaban comunmente para alcanzar ese tipo de libros de los estantes más altos.

Colocó el banquito de forma que pudiera llegar directamente al libro deseado, sin embargo al subir a el descubrió que su metro sesenta y monedas no era suficiente. Se ayudo con las manos para "trepar" entre los estantes, y muy dificultosamente alcanzo a tomar con la punta de los dedos el mango del libro. -Solo... un... poco más... -Se estiró todo lo que su cuerpo pudo, alargando increíblemente sus extremidades, pero sin notar qué tanto estaba apoyandose en la estantería y al poder finalemente sostener el libro de forma que pudiera alcanzarlo y quitarlo del estante, el último esfuerzo hizo que su mano lo alcanzara pero también hizo tambalear el banco y con el su fuerza apoyada sobre el resto de los estantes contiguos, haciendo que una gran cantidad de libros cayeran al suelo e incluso ella.

Se acarició con un gesto de dolor la cabeza sobre la cuál habían caido unos cuantos libros, cuando escucho apenas audible un carraspeo. Se mordió el labio inferior, esperando que no la hubiera oído, y casi aguanta la respiración para evitar que esa persona, fuera quien fuera, llegara hasta ella o se encontraría en graves, graves problemas...

Me pareció oír algo, de repente, como una cantidad de cosas cayendo al piso. ¿O sería mi imaginación? ¿Estaré volviendome loco? Mh... Y luego silencio, un profundo silencio.

Me limité a seguir el camino hacia dónde creí haber oído ese extraño ruido. Entre pasillos y pasillos caminé como si de un laberinto se tratara, hasta que creí perderme y... Sí, probablemente volverme loco.

En definitiva, el camino de regreso me pareció imposible, gire para mirar detrás de mí y solo ví libros y más libros todos parecidos, estantes y estanterías, todas iguales, ninguna seña que me hiciera diferenciar un camino de otro. Así que solo pude seguir y seguir, hasta que una estantería media vacía llamó mi atención, me dirigí directamente a ella y a través de los lugares libres que dejaban los libros que faltaban pude observar al otro lado de ella a una chica en el suelo acomodando libros.

La imagen se me hizo... adorable en realidad, no era nada erótico, pero sí muy adorable, lo que me hizo sonreír. Y entonces, casi sin darme cuenta, los ojos de la chica subieron hasta colocarse frente a los míos en el espacio libre de los libros. Y acto seguido, un ruido salió de su garganta, para luego taparse la boca.

-Shh... -La silencié, pues era una biblioteca y ella una erudita como pude comprobar por su ropaje, debería saber que allí solo mandaba el silencio. -Tranquila. -Aun así, intenté tranquilizarla, que no creyera que era un psicópata abusador o algo del estilo.

Me fuí de allí para rodear la estantería y entrar en el pasillo que ella se encontraba, y al verme nuevamente pareció querer huír de mi y al darse la vuelta tropezó con los mismos libros que había estado acomodando.
No pude evitar largar una carcajada.

-Dije que te quedaras tranquila. -Comenté con algo de gracia para mí al ver la escena aunque pude sonar algo imperativo, acercándome a ella y flexionando una rodilla mientras apoyaba la otra en el suelo para quedar a su altura. -¿Estas bién? - Le pregunté, colocando dos dedos en su mejilla y acariciandola levemente, estaba algo golpeada... Me pregunto si el ruido que escuché antes era ella... La miré a los ojos, y pude ver en ellos algo que me resulto ciertamente familiar, ¿qué sería? Era considerablemente hermosa, y con ese par de faroles azules parecía iluminar solo para mi aquél lugar. Algo me decía que... No, no puede ser, pensé. Pero, ¿y si sí? Quizás, era quien yo pensaba.

Con mucha paciencia me dediqué a ordenar los libros como creía que estaban anteriormente, lo cual no era nada fácil pero por suerte no se me había caído toda la estantería encima o no solo hubiera muerto yo, sino que muchos de los habitantes de Sabiduría hubieran sufrido grandes molestias. A ellos les gustaba que todo mantuviera su órden, y así debía ser.

Suspiré cansada y ayudandome con las manos me levante del suelo, y al fijar mi vista en el espacio libre de los estantes... Ahí estaban, dos pares de ojos almendrados mirandome con atención. Por un momento no pude apenas ni pestañear ante la sorpresa, ¿será mi imaginación?

Pero no, él también pestañó. Y pude saber que era un "él" muy facilmente por la contextura de su rostro. Un agudo grito salió de mi gargante, haciendo que me tapara instantaneamente la boca con sorpresa y cuando quise mirarlo, de repente en un instante ya no estaba más allí y al volver mi cuerpo hacia enfrente, allí se encontraba... Un intrépido, lo pude ver por su ajustada ropa oscura, la cual -a decir verdad, provocadoramente ajustada- marcaba cada parte de su fortalecido cuerpo, mucho mayor al mío. Oh oh... Eso era un peligro potencial, y si algo había aprendido yo en mi estancia en Intrepidez, era a reconocer el peligro. Solo que allí, lo hubiera enfrentado, pero estaba en Sabiduría y mis nuevos instintos también me habían enseñado a huir del peligro, y eso quise intentar, pero las pilas de libros a mis pies me impidieron dar mas de dos pasos, chocoandome con ellas y haciendome tropezar.

Genial, si algo me faltaba además de huidiza era que me creyera una torpe. Y eso no era, para nada.

Ya en el suelo y con mi dignidad sostenida en pedazos tan pequeños que cabr+ian solo en mi palma, me acaricié con algo de dolor la cabeza. Yo no solía tener esos arrebatos. Él hombre se acercó a mi y me silenció con cierta autoridad que me rsultó desagradable aunque la sonrisa en su rostro demostraba cierta amabilidad? Era posible eso en un intrépido? Por si acaso, no me fiaría de él. Solo terminaría lo que estaba haciendo y marcharía a mi departamento, después de todo ya había encontrado el libro y ya era suficientemente tarde como para estar allí sla.

-Sí, estoy bien. -Respondí, ahora algo extrañada de que las yemas de sus dedos acariciaran mi rostro con suavidad. No dejaba de sorprenderme que perteneciera a intrepidez y tuviera esos movimientos tan suaves, aunque se notaba que era algo más maduro, quizás formaba parte de su crecimiento. Carraspee y baje la mirada un momento, tratando de evitar que mis mejillas se tornaran rosadas a causa de su roce. -Estoy bien. -Repetí, ahora alejando mi rostro de sus manos y ayudandome con las manos para levantarme del suelo. Sacudí levemente mi ropa, a pesar de que no había un gramo de tierra allí y me dirigí a los libros en el suelo. Por suerte no se habían desacomodado totalmente y con rapidez pude volver a ordenarlos y colocarlos en su lugar. Ignorandolo todo ese rato, esperando que así diera media vuelta y se alejara de allí.

Se alejó de mi al sentir mi roce, y noté cierta calidez en sus mejillas, lo que me hizo mirarla con más atención y sin poder evitar dedicarle una sonrisa. ¿Adorable había dicho? Estaba quedandome corto.

¿Y si realmente era quien yo creía? Bueno, lo sabría cuando me dijera su nombre. ¿Me habría reconocido ella? Al parecer aun no se animaba a mirarme a los ojos por mas de unos segundos.

Se levantó sin ayuda, y lo mismo hice yo, quedando ahora a una altura considerable comparándome con ella. La vi acomodar los libros y volver a ponerlos en su lugar mientras yo me recargaba en el borde de la estantería con los brazos cruzados sobre mi pecho. Permaneciendo en silencio todo ese rato, solo observando y detallando cada uno de sus movimientos.

Al terminar, alce las cejas. Al parecer mi presencia le resultaba algo molesta y eso no hacía más que divertirme.

-Ahora que has acabado, permíteme invitarte un café... Por el susto que te he pegado. -Dije, dejando escapar una leve carcajada. - Mh... No deberías estar hablando con un desconocido, estoy seguro de que tus padres te enseñaron eso. Así que me presentaré, mi nombre es Jared... Jared Démov. -Extendi hacia ella mi brazo con el afan de estrechar su mano, aunque solo buscaba que volviera a girarse para mi y poder dedicarme a ver esos profundos ojos.